LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ. Hablar (o no) con tu hijo de su TDAH – I

Hace poco, en un proceso de Coaching, una madre me comentaba: “No sé cómo hablar con mi hijo de su TDAH. No sé qué decirle, le escondo información o la falseo, por miedo”.

No es la primera vez que se me plantea esto. Algunos padres ocultan información a sus hijos con TDAH para no hacerles daño. Ahora bien, el hijo tiene todo el derecho a saber qué le pasa, sobre todo para implicarse en su propio tratamiento, para conocerse más, para saber qué dificultades tiene y cómo encararlas.

El supuesto dolor que los padres pueden querer ahorrar a su hijo hoy, será un sufrimiento mayor para mañana. Tanto para ellos, como para su hijo.

Efecto boomerang.

Ocultar información para no hacerle daño a un niño, tiene efectos colaterales que pueden resultar, a la larga, mucho más dañinos que el sufrimiento inicial que se quería evitar. Y además, para los padres, puede generar un “efecto boomerang”. El niño, tarde o temprano, se enterará de lo que tiene.

Más vale que se entere por ti, y cuanto antes. Siempre puede echarte en cara que no le hayas dicho la verdad en su momento. Además, puede llegar a magnificarlo por habérselo ocultado.

¿Qué inculcamos a nuestros hijos ocultando información?

Esconder información supone inculcar a nuestros hijos miedo (“Si no me lo han dicho, es que es algo grave” y una gran desconfianza hacia ellos (“¿Por qué no me lo han dicho antes?).

En segundo lugar, les estamos enseñando a no encarar las dificultades de la vida. Y eso los hará débiles e incapaces para su desempeño y generarán creencias negativas acerca de sí mismos, con lo que se lesionará así su autoestima.

 Táctica del avestruz y mentira piadosa

 Mantener esta “mentira piadosa” en el tiempo para no hacer daño, produce un efecto bola de nieve. Para los padres, conforme va pasando el tiempo, se va volviendo más difícil no solo mantener esa mentira, sino también encarar la verdad. Y no encuentran nunca el momento de plantearle a su hijo las cosas como realmente son. Empiezan a tener miedo de su reacción y ese miedo se va acrecentando a medida que pasa el tiempo y el hijo va tomando más conciencia de lo que ocurre a su alrededor.

Y por otra parte, los niños no son tontos. Van creciendo y, tarde o temprano, van a cuestionar a sus padres y les van a exigir respuestas.

Conozco unos padres que le daban medicación a su hijo diciéndole que era “para el dolor de barriga”. A los 12 años, el niño se plantó y se negó a tomar la medicación, alegando que no tenía ningún problema de barriga.

Otros padres, que también había ocultado al hijo su condición de TDAH, me comentaban que a las puertas de la adolescencia, se negó a ir a la psicóloga porque él “no estaba loco”.

¿Dónde está la oportunidad?

Adoptando la táctica del avestruz, se desaprovecha una gran oportunidad para compartir en familia lo bueno y lo malo, para afrontar los retos juntos, ayudándose mutuamente, celebrando los logros y aprendiendo de los fracasos.

Hablar de todo ello con nuestros hijos, y también hablarles de las capacidades y potencialidades que poseen, a pesar de tu TDAH, es hacer el camino juntos, es ayudarlos a madurar, a crecer, a afianzar su personalidad, avanzando de frente y apoyándolos para superar sus dificultades.

Es un camino largo y arduo. Pero vale la pena.

¿Qué hacer pues?

Sentido común, ante todo. Mentirle, jamás. ¿Ocultar información? Tampoco. En todo caso dosificar dicha información en función de la edad y cuidar muy bien qué se transmite y, sobre todo,  cómo se trasmite.

Hablar con el niño de su condición (además de sus capacidades) es ayudarle, como decimos en Coaching, a CREAR CONCIENCIA de sus dificultades y de este modo, hacerle partícipe de su tratamiento y encararlo conjuntamente para minimizar o superar los efectos nocivos del TDAH.

¿Cómo hacerlo?

No es bueno ocultar información, pero tampoco es necesario darla toda de golpe. Hay que hacerlo con delicadeza y, si hace falta, paulatinamente según la edad del hijo. Pero también hay que hacerlo con firmeza.

Todo se puede decir, pero es muy importante cómo se diga (el poder de la palabra, nuevamente), porque eso hará que el niño reciba las cosas de una u otra manera. Lo que se diga y cómo se diga, dependerá de la edad del afectado. En el próximo artículo os cuento cómo lo hice yo con mis hijos. ¿Y tú? ¿Cómo hablas de ello con tu hijo? (puedes escribirlo abajo, en la casilla de COMENTARIOS)

Como profesional, y como madre de dos hijos con TDAH, os deseo lo mejor. Nos “vemos” en el próximo GUIÑO. ¡Sed felices! guiño de Coaching para TDAH

Elena O’Callaghan Duch


Recibe los próximos “GUIÑOS de COACHING para TDAH” cómodamente en tu bandeja de entrada y,  además, llévate de regalo el libro: TDAH ¿Y quién cuida al cuidador? Pautas para madres y padres estresados.

SUBSCRÍBETE al BOLETÍN

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *