En el GUIÑO anterior, prometí contaros CÓMO HABLAR A UN HIJO SOBRE SU TDAH. Qué decirle y cómo decírselo, es lo que marcará la diferencia respecto a cómo va a vivir el niño el hecho de tener TDAH. Si hacemos de ello un drama, el hijo lo vivirá como un drama. ¿Es eso lo que queremos?
Crear conciencia.
Hablar con el niño de su condición, desde la perspectiva del Coaching, se le llama ayudarle a CREAR CONCIENCIA de sí mismo, de sus dificultades (sin dejar de lado sus capacidades) y de esta manera, involucrarlo en su tratamiento y en sus objetivos de mejora.
Tal como se plantee el tema, hará que el niño reciba las cosas de una u otra manera. ¿Cómo hacerlo? Pues, como dice el refrán, “Al pan, pan y al vino, vino”.
Es decir, debemos hablar claramente y llamar a las cosas por su nombre. Así, lejos de ocultar información (o peor aún, de mentirle), se trata de encarar conjuntamente el reto del TDAH. Hay que hablar de ello con delicadeza, aunque también con firmeza y, sobre todo, con honestidad.
Ya dije en el artículo anterior que no es bueno ocultar al hijo su condición de TDAH, pero tampoco es necesario (sobre todo si es pequeño) dar toda la información de golpe. El niño debe comprender y poder asimilar la información que le das.
¿Cómo prepararte para hablar con él/ella?
Antes de hablar con tu hijo, es bueno que te prepares internamente para ello.
- No dramatices la situación. Suele ocurrir que al diagnosticar a un hijo, los padres entren en una fase de angustia en la que la incertidumbre, unida a la ignorancia del tema, se les hace un mundo. Keep Calm, por favor. O sea, mantén la calma y sigue adelante. Como he dicho, si tú haces un drama de ello, tu hijo lo vivirá como un drama. Y eso no os beneficiará en absoluto. Asume el reto con serenidad.
En Coaching, más que hablar de “problemas”, hablamos de retos o de desafíos. Convivir con el TDAH en casa y saberlo manejar con serenidad es, efectivamente, todo un reto. Y vamos a prepararnos para ello. ¿Cómo?
- Infórmate. En un próximo artículo hablaré sobre este tema. De momento, solo apuntaré que no siempre la información que sale en Internet obedece a parámetros científicos. Hay informaciones muy engañosas y tendenciosas, que lo único que consiguen es, lejos disipar dudas, generan un tremendo desconcierto entre las familias, además de acrecentar su angustia y desazón. Debemos aprender a seleccionar y contrastar aquello que leemos. Y por supuesto, consultar con profesionales de confianza, asociaciones, etc.
- Fórmate. A formarte siempre estás a tiempo, pues lidiar con el TDAH es una carrera de largo recorrido. Y además, a medida que el niño va creciendo y vas cerrando una etapa y abriendo, necesitarás formación adecuada a su edad. No es lo mismo hablar de su TDAH a un niño de 7 años, que a un adolescente de 15.
No obstante, una formación previa a hablar con tu hijo, no te vendrá nada mal. Tanto si acabas de aterrizar en el mundo del TDAH, como si ya padre/madre “de largo recorrido”, puede ser muy útil que acudas a alguna conferencia o taller donde te cuenten cuatro cosas fundamentales sobre el TDAH: su origen, su sintomatología, su tratamiento, su manejo…
No sólo te ayudará a ti a comprender qué le pasa a tu hijo, sino que además te facilitará poder hablar después con él, con rigor y nombrando las cosas por su nombre.
El momento de hablar con él/ella
¿Cómo y cuando?
Cuando te sientas preparado:
- Busca un momento de tranquilidad, un espacio adecuado para hablar con tu hijo. NO me refiero solo a un espacio físico (que también), sino a crear un tiempo especial para hablar con él sobre el tema.
- Sé claro y transparente en tu explicación. Habla desde la honestidad: nada de utilizar eufemismos, mejor llama a las cosas por su nombre (ni dramatizar, ni suavizar).
Es posible que pienses que con ello etiquetas a tu hijo. Quizá sí, pero ¿no es peor la etiqueta de vago, perezoso, torpe, problemático, tonto o agresivo? Porque al final, eso es lo que puede acabar oyendo de los demás y lo que se puede acabar incrustando en su mente como creencia sobre sí mismo.
¿Y qué le digo?
Lo que se diga y cómo se diga, dependerá de la edad del afectado. Hay muchas maneras de plantear el asunto, pero todas ellas pasan por estas premisas que evitarán lesionar su autoestima:
- Somos iguales y somos diferentes. Háblale del hecho de aceptar que las personas somos diferentes, que no hay dos individuos iguales y que cada uno tienes sus fortalezas y sus debilidades. Puedes apoyarte en cuentos y vídeos sobre la diversidad. Ser alto, bajo, rubio, moreno… son condiciones diferentes de las personas que no dependen de uno mismo. Pero todos, absolutamente todos, tenemos cualidades y defectos. Lo que sí depende de uno mismo es querer mejorar lo mejorable y superarse día a día.
- Dificultad no significa limitación. Hazle entender a tu hijo que las dificultades no son limitaciones absolutas que impidan desarrollar nuestro potencial. Por ejemplo: si yo tengo miopía, necesito gafas, y no puedo salir a la calle sin ellas. Necesito el apoyo de las gafas, pero no por eso soy menos persona, ni me siento incapacitado para llevar una vida normal. En cuanto a capacitación visual se refiere, sé que tendré más dificultades que otra persona en ese aspecto y por eso, necesito el soporte de las gafas, que me ayudarán a superar mis dificultades visuales. Pero puedo hacerlo. Además, eso no significa que no tenga otras capacidades y debo trabajar para desarrollarlas.
- Bríndale tu apoyo incondicional. Tu hijo debe sentir todo tu apoyo en ese momento. Dile que estás a su lado, que le quieres y le comprendes. Anímale, motívale a expresar qué siente y qué dificultades tiene y escúchale con afecto y empatía. Coméntale que estás dispuesto a ayudarlo a encontrar caminos para gestionar mejor su TDAH y, sobre todo, transmítele la creencia de que tiene posibilidades de mejora. Por eso será importante que a partir de ahora, celebres con él, sus pequeños logros.
Me encantará saber que este artículo te ha ayudado a hablar con tu hijo sobre su TDAH. ¿Me lo comentas más abajo?
Como profesional, y como madre de dos hijos con TDAH, te deseo lo mejor.
Nos “vemos” en el próximo GUIÑO. ¡Sed felices!
Elena O’Callaghan Duch