Cómo reaccionar si tu hijo con TDAH te pega (3)

Niña desafiante TDAHNiño enfadado Coaching TDAHEste es el tercero y último artículo con este mismo título. En el primero tratamos sobre la diferencia entre agresividad y violencia, así como sobre la necesidad de distinguir qué había detrás de esas actitudes para poder ayudar mejor a un hijo con TDAH. Vimos también que los episodios agresivos propios de cualquier niño en la primera infancia, en el caso de hijos con TDAH se pueden alargar más en el tiempo por su falta de madurez emocional. En el segundo artículo te comentábamos las pautas a seguir para gestionar de una manera sana y eficaz el momento de la agresión, para que la situación se convierta en un aprendizaje. Hablábamos de 3 momentos:

  • ANTES: La posición que mantengan los padres frente a una agresión es fundamental para la gestión eficaz del conflicto. Y eso exige preparación consciente y reflexión previa.
  • DURANTE: Contener al niño y detener de inmediato la agresión, sin perder el control (nada de amenazar, insultar, gritar o pegar).
  • DESPUÉS: Momento de reflexión y aplicación de consecuencias, que es lo que veremos a continuación. Es decir, cómo enfocar la conversación con tu hijo para que dicha reflexión sea efectiva.

CÓMO REFLEXIONAR DESPUÉS DE LA AGRESIÓN 

La agresividad, como vimos anteriormente, es una respuesta primaria a algo que al niño le molesta o no le gusta y se siente amenazado por ello. Es una reacción de defensa. La emoción que está sintiendo el niño en ese momento, no es en sí misma negativa o positiva. En todo caso, lo que es negativo es la manera en cómo él canaliza dicha emoción. Por eso es importante que él sepa que tú no juzgas o le riñes por lo que piensa o siente, sino por la manera en cómo expresa y exterioriza ese sentimiento. Por tanto, en tu obligada conversación con él, sigue estos pasos:

Legitima sus sentimientos y emociones

estatua madre hijo

  1. Haz que tu hijo identifique y ponga nombre a su emoción. Pregúntale cómo se siente. Seguramente contestará: rabioso, enfadado, furioso, frustrado…
  2. Acepta esa emoción, sin cuestionarla ni juzgarla e indaga el motivo de la misma. Pregúntale, por ejemplo: ¿Qué querías conseguir? Normalmente, veremos que su intención primera no era la de hacerte daño, sino la de conseguir algo, porque la intención no suele ser mala (por ejemplo, quería esto o aquello y no se lo dejabas hacer). Al no lograr lo que quiere, se frustra y es cuando carga sobre ti. Pero fíjate que, en esencia, no es nada personal, sino que tú eres el impedimento para lograr lo él que quiere. Por eso carga contra ti.
  3. Legitima también la intencionalidad. Por ejemplo: entiendo que quisieras hacer esto, pero no te lo puedo dejar hacer por tu seguridad. O bien: No te lo puedo permitir porque es una falta de respeto.

 Reconduce la expresión de sus emociones

Una vez identificada y aceptada su emoción y su intencionalidad, es importante que le hagas ver a tu hijo la diferencia entre expresarlas de un modo u otro. Habla con él sobre el modo en qué da forma a sus emociones. Así le ayudarás a gestionarlas mejor. Es decir, a expresar su emoción pero sin necesidad de herir a los demás.

  1. ¿Cómo reconducir su expresión? Por ejemplo, empieza con algo así como: Entiendo tu enfado, pero no apruebo en absoluto tu manera agresiva de expresarlo. Y a continuación, formula preguntas que le ayuden a reflexionar.  Por ejemplo: ¿De qué otro modo podrías haber expresado tu rabia sin hacer daño? ¿Has logrado lo que querías expresándote así? ¿Qué has logrado realmente? ¿Cómo crees que me siento yo? ¿Cómo te sentirías tú si yo hiciera lo mismo contigo? Estas preguntas llevan a la reflexión y al compromiso.
  2. Explicarle que no siempre va a poder salirse con la suya y que no siempre sus demandas van a ser satisfechas (con lo que trabajas la tolerancia a la frustración). Sin embargo, en caso de que su demanda e intencionalidad sean aceptables pero no lo sean sus formas, hazle saber que cambiando de estrategia tiene más posibilidades de lograr lo que quiere. Dicho de otro modo, que él acabe por entender que, para obtener el resultado que quiere, tiene más posibilidades de conseguirlo utilizando el diálogo en lugar de la agresión, y por tanto, que le sale más a cuenta cuidar la expresión externa de sus emociones.

Deja claro dónde están los límites

Llega el momento de recordar a tu hijo que los límites de una expresión negativa de las emociones están en el momento en qué herimos a alguien. La agresión, ya sea física o verbal, es una frontera que jamás debemos pasar.

  1. Recordarles, y todas las veces que haga falta, dónde está el límite del respeto hacia los demás. Poner límites y desde bien pequeños, es una inversión de futuro. Niño reflexionando Coaching TDAHLo contrario es darles un poder sobre nosotros y convertirlos en pequeños tiranos, con consecuencias devastadoras cuando sean mayores. Deberemos hacerle entender que una falta de respeto nunca un modo adecuado para expresar lo que siente. Ni tampoco es la forma eficaz de relacionarse con su entorno. Además, tiene sus consecuencias. Os recomiendo este artículo de mi blog Cómo poner límites a un hijo con TDAH en el que hablo a fondo de este tema.
  2. Pon limites muy claros y no tendrás que recurrir ni a gritos ni a castigos. Que tu hijo sepa previamente qué consecuencias tendrá si se salta los límites,. Si no es muy pequeño, puedes pactar juntos unos límites mínimos de convivencia, y que él sepa de antemano que ocurrirá si se salta esos límites.

Aplica consecuencias si es necesario

  1. Prefiero hablar de consecuencias que de castigos. Si hay que imponer una sanción, el niño será mucho más capaz de aceptarla después de la reflexión Mucho más que si las consecuencias vienen impuestas como castigo reactivo por nuestra parte. Castigo que, además, suele ser desmesurado y venir cargado de juicios y de resentimiento, cuando no de venganza, por parte de los padres.
  2. Cuando no tengas más remedio que imponer un castigo, no pierdas el autocontrol cuando hables con tu hijo: nada de gritos, ni amenazas; y jamás insultos o agresiones verbales, ni físicas. Imponlo de forma neutral y objetiva, con firmeza y distanciamiento emocional. Pero sin “regodeo” por tu parte. Evita, por tanto, respuestas de violencia, amenazas o castigos sin sentido. La consecuencia más relevante será que el niño se sentirá más respetado en su dignidad.

Y, sobre todo, recuerda: el aprendizaje real del niño ha de venir por su convicción, no por su miedo a nuestro castigo.

CONCLUYENDO

Si quieres ayudar a tu hijo, no esperes a que se produzca una agresión. Aprovecha momentos de calma para hablar con él. Indaga a menudo como se siente, qué piensa acerca de tal o cual cosa. Interésate por sus gustos, por sus juegos, por sus preocupaciones y sus ilusiones. Establece una relación de empatía, afecto y confianza con él, valórale sus comportamientos positivos y dedícale tiempo de calidad. Actuando así, le ayudas a gestionar correctamente sus emociones, a reconducir su rabia, a tolerar la frustración y a saber expresar sus sentimientos sin herir a los demás. Todo ello marcando límites desde el amor y el respeto.

madre habla con hijoAcabo repitiendo lo que decía en el primer artículo: jamás los padres deben utilizar la violencia para corregir a los hijos, porque es tanto como legitimarla. Nunca se debe pegar a un hijo, como nunca se deben pasar por alto sus agresiones.

Los padres deben siempre actuar con este protocolo. Estos pasos son los que a  medio o largo plazo, posibilitarán que su hijo aprenda a cambiar sus golpes por palabras, aunque el camino sea largo. No olvidemos que a los niños con TDAH les cuesta mucho más que a otros aprender de sus errores. Pero sin duda, esta es la vía más eficaz para el aprendizaje. Si después de seguir por un tiempo el protocolo expuesto en estos 3 artículos, la conducta de tu hijo sigue siendo agresiva a menudo, hacia ti o hacia los demás, deberías pedir ayuda a un profesional especialista.


Coméntanos tu experiencia

Nos encantará leer tus comentarios, preguntas o dudas, que puedes escribir más abajo. Además, nos pueden servir para elaborar futuros artículos en los que podrás encontrar respuestas a tus inquietudes.  Como Coach, como Pedagoga y como madre, os deseo lo mejor. Nos vemos en el próximo GUIÑO. guiño de Coaching para TDAH 

¡Sed felices!

© Elena O’Callaghan Duch


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3 comentarios

  1. Buenas noches Elena, lo primero de todo es felicitarte por el gran trabajo que representas es admirable de verdad e indicarle que soy madre soltera y primeriza de un niño de 7 años con ésta dificultad. No estaba al tanto de los niños con éste problema, me encuentro bastante perdida, trabajo mucho, yo sóla y tengo que dejarle en muchísimas ocasiones con mis padres ya que es el único apoyo que tengo y tienen ya 70 años. No sé cómo explicarles cómo manejar al niño para que se lo apliquen, ellos tienen muchos problemas, se encuentran desbordados y quería preguntarte la mejor manera para poder expresarme con ellos en como tienen que actuar con mi hijo. Además preguntarle cómo debo de actuar cuando realiza los deberes en casa porque e probado todos tipos de maneras y nada. La verdad no sé cómo sobrellevarlo yo sóla y necesito saber comportarme lo mejor posible
    en todo momento con mi enano. Muchísimas gracias y de corazón lo que usted hace es digno de admiración, reciba un cordial saludo.

  2. Muchísimas GRACIAS por tus artículos. Somos padres primerizos de un niño con TDAH que va a cumplir 4 años, y gracias a tus contenidos estamos aprendiendo a reaccionar bien ante situaciones complicadas. MIL GRACIAS.

    Hay una en particular que no sabemos gestionar y te agradecería si pudieras orientarnos, y es cuando se desabrocha el cinturón en su sillita con el coche en marcha y se desplaza por el asiento trasero. Le he explicado que
    el cinturón es mecesario para protegerle, por si mami recibe un golpe de otro coche, y que hasta que mamá aparca el coche no puede soltarse, pero nada. Vuelve a hacerlo. He probado a detener el coche en el primer sitio que encuentro, me bajo y le digo que no podemos seguir hasta que no se lo ponga (20 minutos de explicación que no funciona). He probado a decirle que si no se lo quiere poner, entonces tiene que bajarse del coche, porque es muy peligroso ir sin cinturón. He probado a explicarle que la policía nos ve y nos riñe, y ya no podemos ir al parque (y enenos que irnos a casa)….

    Nada funciona cuando se empeña. ¿Cómo enfocaría usted esta situación para conseguir que se ponga el cinturón? Me preocupa porque la última vez me llevé un susto. Muchas gracias por su ayuda.

    • Hola, Amaya, gracias por leer mi blog y por tu comentario.
      A los 4 años, en un contexto de normalidad, un niño puede y debe aceptar sin dificultad la norma del cinturón de seguridad. Hay normas que podrían llegar a ser “negociables” y otras que absoluta y rotundamente NO. No es discutible, ni negociable, el asunto del cinturón de seguridad.
      Dices que se lo has explicado varias veces y hace caso omiso. A su edad, puede entender todo lo que le has contado. Se trata de su seguridad y de la tuya. Ahora bien, si después de tantas explicaciones (que según dices no sirven para nada) y si, a demás, te llevaste un susto que como conductora podría haber provocado que hicieras una maniobra en falso y tener un accidente, ella insiste en ese proceder, solo hay una respuesta que puede modificar su conducta. No llevarla en el coche y, sobre todo, que ella sepa por qué.
      Ya sé que me dirás que eso no es posible, pues tienes que llevarla al colegio, a tal sitio, a tal otro, que no puedes dejarla sola en casa, etc. Pero hay que ser firme y contundente en el respeto por esta norma. Ella ha de ver muy claro lo que se pierde si sigue empecinada en quitarse el cinturón. Y tú, debes estar dispuesta a llegar a las últimas consecuencias, en el sentido de “llegar hasta el final” y que ella se dé cuenta de que, no solo no se sale con la suya, sino que además, “se fastidia” porque deja de hacer cosas que le gustaría hacer. Aunque eso suponga quedarse 2 días sin ir a la escuela o llegar tarde.
      Te puedes “inventar” todo lo que quieras y hacer un poco de teatro, por ejemplo: “oh, qué pena. Pensaba ir contigo a ver a los abuelitos y como no te pones el cinturón, no podemos ir”. “Oh, qué lástima, quería ir a comprar contigo, bla, bla, bla….” Etc. etc. Con total frialdad y nada de gritos ni más explicaciones. Cuando hayas hecho esto varias veces, será ella misma la que te prometerá, te jurará y perjurará que no lo volverá a hacer. Es el momento de hacer la prueba. Empieza por trayectos cortos. Lo más probable es que se comporte. Un recordatorio antes de subir, es suficiente. Si no funciona y se quita el cinturón, a casa de nuevo. Y vuelta a empezar.
      El asunto es que no te canses tú antes que ella. Y, por supuesto, deberás tener previamente la logística de desplazamientos resuelta para que no entorpezca tus obligaciones diarias. Yo creo que en poco tiempo, puedes conseguirlo.
      Un abrazo y… ¡a por ello! 🙂

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